La educación digital en la primera infancia: desafíos y beneficios

«La mejor preparación para el mundo on-line es el mundo off-line, el mundo real»

Catherine L’Ecuyer

Msc. Luis Felipe Sánchez

La educación digital en Ecuador avanza a pasos firmes y está permeando en todos los niveles académicos y sustratos sociales. Eso lo demuestra la Encuesta de hábitos lectores, prácticas y consumos culturales (2022), donde entre otros datos, el celular ocupa el 57,7 % de los ecuestados afirma que lo usa como dispostivo para leer o aprender, frente al 32,8 que ocupa el material impreso. Esto contrasta fuertemente con el porcentaje de rezago que se vivió durante la pandemia. Hubo un incremento notable en la conectividad y en el manejo de dispositivos electrónicos, pero el aprendizaje se ralentizó, ya que las clases tradicionales se volvieron más pasivas en línea.

Los pros y los contras de esta modalidad de educación está aún en debate; no obstante, en el día a día del aula, es mejor trabajar sobre una base de transición, un punto medio que recoja lo mejor tanto de la educación tradicional como de la digital.

Por otro lado, es importante establecer un equilibrio entre el tiempo en pantalla y las interacciones cara a cara. La OMS recomienda una escala para la exposición a las pantallas que iría en este orden:

 

De 0 a 6 Cero pantallas
De 3 a 5 Menos de una hora
De 6 a 8 Una hora

Los padres y docentes deben poner el acento en la educación activa, permitir que sea el estudiante quien lleve el control de lo que aprende, siempre con una guía adecuada. Aplicaciones digitales, juegos, recursos multimedia, realidad aumentada no representan mayor incidencia si no se los usa sobre la base de objetivos claros o metas a mediano y corto plazo, dentro de la planificación curricular. Y, sobre todo, no sirven sino hay previamente una interacción con sus semejantes.

Entre las buenas prácticas que han dado resultado en otros países para trabajar lo digital está la metodología de trabajo colaborativo. Al respecto, Lindy Elkins-Taton nos cuenta: «(…) los estudiantes trabajan individualmente o en grupos para abordar problemas e ideas, funciona de maravilla en línea. Puede trasladarse del formato presencial al modo remoto y viceversa sin mayor inconveniente (…). Podemos dividirnos en pequeños grupos de trabajo, tener presentaciones de manera más efectiva que si tuviéramos que ofrecer una clase tradicional por este medio» (2020).

La educación digital en la primera infancia presenta desafíos y beneficios significativos. Para lograr un equilibrio óptimo, debemos enfocarnos en una transición que combine lo mejor de la educación tradicional y digital, establecer límites en el tiempo de pantalla y fomentar la interacción social. De esta manera, podremos aprovechar al máximo el potencial de la educación digital en la primera infancia mientras preservamos la esencia de un aprendizaje holístico y humano.

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